Es sábado por la tarde y siento un hormigueo por todos lados, aunque el ambiente relajante y sin mucho ruido incita a descansar mi mente pide alguna distracción con urgencia, alguna actividad que me dé la sensación de haber hecho algo, de haber alcanzado algo, de haber terminado algo.
Desde hace algunos meses mi cuerpo necesita menos descanso, se activa desde temprano sin importar que me haya desvelado, los fines de semana no son la excepción. Podría parecer que le estoy ganando horas a la mañana y que por ende alargo los días, pero lo cierto es que pasan igual de rápido
Me he envuelto en una rutina de estar haciendo cosas, porque no hacer nada se siente como perder el tiempo.
En la casa se siente un ambiente lleno de movimiento. Mis padres y mi hermano se activan desde temprano, a veces cuando me levanto ya no queda nadie, todos han empezado sus actividades.
Hay una especie de ritmo que me han contagiado, un ritmo citadino acelerado, las actividades nunca terminan.
Me imagino a mi madre frente al televisor apagado, a mi hermano acostado en su cama con ojos perdidos a mi padre viendo por la ventana de la cocina, cada uno sin hacer otra cosa más que respirando, pensando, meditando, contemplando.
¿Dónde está el switch para bajar la velocidad?
Extraño salir a la entrada para atrapar rayos de sol junto a mi gato, apreciar como se acuesta y se retuerce en el piso como si lo estuviera limpiando. Extraño la sensación de no tener nada pendiente y disfrutar eso, que soy libre de no hacer nada y que está bien. Extraño aquellos días de dormir hasta cansarme, en serio cansarme, que hasta me duela la cabeza.
¿Porqué no hacer nada está mal?
¿Cuál es la prisa?
Quizá la prisa surge de la combinación de velocidades entre una y otra persona, al ver que alguien va más rápido te da por acelerar.
¿Podríamos todos igualar nuestras velocidades?
¿Podríamos entre todos detener esa fuerza que nos lleva hacia adelante?
¡Gracias por leerme!
