El fin de la era de Peter Pan

Aklyoner
4 min readAug 3, 2021

Hace casi 6 años llegué a Monterrey. Podría decirse que la vida me arrastró para acá y yo me mostré “flojito y cooperando”. La verdad es que no le veía nada de malo a esta nueva ciudad, excepto el calor, aunque sabía que me podía acostumbrar.

Monterrey era para mí sinónimo de vacaciones y diversión, cada año venía con mi hermano a visitar a mi primo; juntos comíamos, bebíamos y nos la pasábamos en el deportivo. A partir de que me mudé a Monterrey la ciudad empezó a tener un significado más profundo, ya no sólo era disfrutar, acá empecé a hacer mi nueva vida.

En Monterrey había encontrado el trabajo que quería en ese entonces y para mi fortuna se situaba a unos minutos caminando de la casa de mi prima (hermana de mi primo al que visitábamos). Mi prima amablemente me ofreció alojamiento en el último piso de su casa y yo no tuve razones para negarme, me ahorraría la renta y viviría casi a lado del trabajo.

Me acuerdo haberle dicho “Prima yo creo estaré aquí por unos meses, en cuanto encuentre un lugar me cambio”. Lo decía en serio, planeaba vivir solo.

Como mi plan era cambiarme en cuanto encontrara una opción de vivienda, no pensé en invertir en el lugar en el que vivía. Les describo la situación, vivía en un cuarto amplio que mi prima utilizaba para poner todas las cosas que no utilizaba, así que estaba lleno de polvo y cajas. Dormía en un sillón que mi otra prima (hermana de la prima con la que vivía) me donó al renovar su sala, y había acoplado un mueble que encontré como escritorio. Pero bueno, era un cuarto amplio, tenía mi propio baño y un balcón con vista a las montañas, porque si no sabes como es Monterrey, te digo, está rodeado de montañas.

Y justo aquí quería llegar, tenía todo lo que un adolescente quisiera, había empezado mi vida en una nueva ciudad, tenía un piso para mí solito, tenía trabajo y un sueldo que me apretaba, pero me alcanzaba para vivir. Así que esos meses que le había dicho a mi prima se volvieron años, pero también ese trabajo y ese sueldo.

Mi subconsciente (no tan sub) sabía lo que estaba haciendo, estaba postergando lo más posible las responsabilidades, en otras palabras la vida adulta. Pero pasó lo irremediable, me empecé a ahogar en mi papel de Peter Pan. El trabajo se volvió rutinario y no había oportunidades de crecer, el ambiente de mi cuarto me bajaba las energías, y mi familia empezaba a preocuparse por mi situación económica, porque si bien podía mantenerme sano, no podía pagar las cuentas cuando me enfermaba.

Caí hasta el fondo, llevaba deprimido más de medio año y cuando por fin logré darme cuenta me propuse hacer algo al respecto. No podía seguir evadiendo por siempre mi crecimiento, tenía que hacerme responsable de mi futuro y eso implicaba planear y aterrizar objetivos.

Sólo faltó tener una actitud diferente hacia la vida, para que ésta me abriera nuevas puertas. No les voy a decir que fue de un día para otro, pero las cosas fueron sucediendo, una seguida de otra.

Empecé a ir a terapia, seguí haciendo ejercicio, mucho ejercicio, empecé a meditar, me cambié de casa, me cambié de trabajo, empecé a tomarme en serio lo que hago como artista, encontré pareja y hasta empecé a ser más consciente de lo que comía.

Nunca me plantee esos objetivos específicos, simplemente eran parte del proceso porque los objetivos eran más grandes, como “poder sostenerme solo”, “ser fuerte para mí”, “disfrutar de lo que hago como artista”, “dar siempre lo mejor de mi”.

Tampoco quiero decir que tener pareja es parte de la realización propia, les soy sincero, era muy feliz solo, simplemente llegó esta personita en el momento indicado y ahora le agradezco al universo por darme la oportunidad de ir por la vida acompañado y tener un equipo.

Me costó mucho trabajo entender que tenía que crecer, no sólo por mi familia, sino por mí mismo, para abrir nuevas puertas con oportunidades para hacer grandes las cosas, mejores.

Y sí, ser un adulto es pesado, el SAT, pagar cuentas fijas, burocracia por doquier, papeleo, procesos administrativos, hacerte responsable de ti mismo. Pero tiene su lado cool que te da también más libertades, posibilidades y nuevas experiencias.

Una vez recuerdo que un profesor me dijo que a algunos les costaba más trabajo pasar de primaria a secundaria y a otros de secundaria a prepa. Yo no sentí que me costara trabajo ninguno de los dos, pero pasar de adolescente a adulto, ¡Ah cómo me costó!.

¡Gracias por leerme!

¡Sígueme en Instagram!

--

--